miércoles, 16 de julio de 2014

EUA: Hay mucho dinero que Chepe Diablo no puede justificar

 
No son solo las importaciones de granos. Son los hoteles, sus acciones en una empresa constructora, sus transacciones bancarias. Washington está interesado en el origen de todos los activos del presunto líder del Cártel de Texis.

 
El Hotel San José en Metapán es parte de los activos de Hotesa S.A. de C.V., una de las compañías de José Adán Salazar Umaña que llamó la atención de investigadores estadounidenses. Foto de César Castro Fagoaga.



Fue el dinero. No fue la droga que investigaciones de la policía salvadoreña vinculaba a algunos de sus socios. Fue la plata la que llamó la atención de los investigadores de varias agencias federales de aplicación de la ley en Washington y San Salvador. José Adán Salazar Umaña, alias Chepe Diablo, era un hombre con demasiado dinero en una economía que, de acuerdo al Departamento de Estado, es muy vulnerable al lavado.

“Hay aún mucho dinero que él (Salazar) no es capaz de justificar. Eso es lo más importante en estas investigaciones”, me confirmó en la capital estadounidense un agente federal relacionado con las pesquisas en torno a Chepe Diablo tanto en San Salvador como en Washington.

Una investigación que hice para La Prensa Gráfica reveló que Salazar Umaña había quintuplicado sus rentas en 6 años: de reportar 2.7 millones de dólares en 2004 pasó a reportar 13.06 millones en 2010. “Eso no es en principio ilegal, pero hay buena parte de ese dinero para el que no hay explicación, y hay más plata que está fuera de las declaraciones (que Salazar hizo al fisco salvadoreño)”, me dijo un investigador salvadoreño que ha estudiado las finanzas de Chepe Diablo desde principios de la década de 2000.

El agente federal estadounidense, quien habló con condición de anonimato para poder discutir una investigación en curso como esta, me aseguró también que varias agencias del gobierno estadounidense participan de las pesquisas: el FBI, la DEA y el Departamento del Tesoro, a través de su Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, en inglés). Fue OFAC la que informó a la Casa Blanca sobre Salazar Umaña y su dinero, y fue basado en ese informe que el presidente Barack Obama incluyó el 31 de mayo pasado al empresario salvadoreño en la lista de capos internacionales del narcotráfico.

A partir de la designación hecha por Obama, de acuerdo al investigador federal y otras dos fuentes que han estado relacionadas con el caso, OFAC ha enviado cartas a proveedores estadounidenses que tenían tratos comerciales con Salazar Umaña, sus empresas o algunos de sus socios para que los terminen.

Al menos dos empresas, Chevron y ADM, han recibido comunicaciones de OFAC, según las fuentes estadounidenses. La primera empresa, petrolera, vendía a Salazar Umaña, quien llegó a tener en propiedad al menos 8 gasolineras. La segunda empresa, de insumos agrícolas, abastecía a Gumarsal, empresa de la que Salazar Umaña fue socio fundador, según consta en el Registro de Comercio y en archivos policiales en El Salvador.

El agente federal estadounidense confirmó, también, que las pesquisas se extienden ahora a más empresas de Salazar Umaña, sobre todo en el rubro hotelero.

Más dinero que droga

El Salvador es un país que, según el Departemento de Estado (DOS, en inglés), provoca preocupación a las autoridades estadounidenses por su potencial para servir como base a lavadores de dinero del narcotráfico y otros ilícitos relacionados al crimen organizado en Centro América. En 2014, el DOS incluyó al país, por cuarto año consecutivo, en una lista de países que no cumplen con algunas regulaciones para vigilar dineros sospechosos, como los de Salazar Umaña.


En el estadio Jorge Calero Suárez hay publicidad de algunas de las marcas que investigaciones policiales han asociado con Salazar Umaña y el Cartel de Texis desde finales de la década pasada.
  

En su reporte sobre lavado de dinero y activos de 2014, DOS dice: “En El Salvador, las organizaciones de crimen organizado emplean los siguientes mecanismos para lavar dinero: el uso de compañías fachada, estacionamientos, agencias de viaje, remesas, importación y exportación de bienes y transporte de carga”.

El Cartel de Texis, la organización criminal con la que las autoridades salvadoreñas relacionan a Salazar Umaña desde al menos 2008, maneja en su portafolio legal empresas dedicadas a la importación y exportación, la hotelería, el transporte de carga y la producción agrícola.

De acuerdo a una fuente del Ministerio de Hacienda salvadoreño que ha colaborado con las investigaciones estadounidenses en torno a Salazar Umaña y el grupo de narcotráfico al que se le asocia, el Cartel de Texis se espacializó, desde mediados de la década pasada, en el lavado de activos. Este investigador que también estudió las finanzas de Los Perrones, el grupo de narcotráfico del oriente salvadoreño, hace la siguiente comparación: “Los Perrones movían droga sobre todo, ahí están las condenas por eso, y habían empezado con algunas empresas pequeñas para lavar ganancias, pero la gente de Texis tiene un esquema más complejo de empresas y relaciones comerciales que son como muchas empresas del país que no reportan todo lo que les entra... en el país hay circulando mucha plata que no sabemos de dónde viene”.

Una vieja investigación

El nombre de José Adán Salazar Umaña, sus datos generales, su alias y sus empresas aparecen en el anexo 16 de un informe que el Centro de Inteligencia Policial elaboró entre 2008 y 2010 sobre grupos de narcotráfico y lavado en el occidente del país. Al principio, el informe llevó el título “Límites”. “Era una organización grande, que trabajaba sobre todo en la frontera, por eso le pusimos ese nombre”, dice uno de los policías que participó en la investigación.

En la página 60 de ese documento -de 128 folios- empieza un cuadro que resume las actividades económicas y comerciales de Chepe Diablo hasta 2009.

Dice el reporte que a partir de ese año, Salazar Umaña fue autorizado como importador de lubricantes y combustibles y que tenía participación directa en 4 sociedades: Hoteles Salvadoreños S.A. De C.V., con el 60% de las acciones; Servicios Logísticos S.A. De C.V., dedicada al transprote de carga y personas y a trámites aduanales, con el 34% de las acciones; Inversiones Salazar S.A. De C.V., dedicada a la compra de carteras de inversiones, con el 70%; y Servicios Turísticos S.A. De C.V., dedicada a la administración de hoteles, con el 70% de las acciones.

El reporte también consigna que, en 2009, Salazar Umaña era dueño de 2,448,078 metros cuadrados de tierras, repartidos en 6 propiedades rurales y 2 urbanas.

Además, su hijo, José Adán Salazar Martínez, era en 2009 dueño del 25% de acciones de Agroindustrias Gumarsal S.A. De C.V., la agroimportadora que Chepe Diablo había fundado una década atrás junto a uno de sus más importantes socios: Juan Umaña Samayoa, alcalde de Metapán, señalado también por las autoridades salvadoreñas de pertenecer al Cartel de Texis.


miércoles, 9 de julio de 2014

Agente PNC: "Su libro me hizo llorar de tristeza, de impotencia"

Desde que presenté en El Salvador "Infiltrados: Crónica de la corrupción en la PNC (1992-2013)" he recibido muchos mensajes y llamadas de agentes policiales, fiscales, colaboradores judiciales o ciudadanos que han vivido cerca de la corrupción que carcome a la Policía desde su nacimiento. Cada historia es una reiteración de la tesis principal del libro: la corrupción institucional en la PNC ha sido sistémica. Hay quienes -agentes sobre todo- me cuestionan por concentrarme en los oficiales de la Fuerza Armada: muchos de los que vienen del FMLN también han sido corruptos, me dicen. Y hay quienes -la mayoría- me dicen que la cloaca es mucho más profunda. Aquí reproduzco el correo electrónico -tras las verificaciones de identidad pertinentes- que me envió un policía que leyó "Infiltrados" (el correo se reproduce como fue escrito; solo he cambiado algunos signos de puntuación).


Que tenga muy buen día, Señor Silva. 
Vamos a dejar las formalidades por el espacio. Leí su libro Infiltrados y no podía esperar menos de un periodista como usted. Antes de esto, no sabía de usted, pero su padre fue una persona con muy buenas intenciones en mi humilde opinión. En general no me decepcionó, pero si me gustaría sacarme algunas espinitas que me quedaron clavadas en la garganta a lo largo del libro. 
Soy policía desde (hace) diecisiete años. Al principio fue por necesidad, pero con los años, uno llega a sentirse parte de una institución y duele en el pecho cuando un compañero muere, cuando a otro le va mal simplemente por hacer su trabajo, cuando nos damos cuenta que los gobiernos y los funcionarios nos utilizan para sus intereses, o cómo es tan común, cuando con sus actitudes, los jefes de ese grupo al que usted se refiere en su libro, hacen parecer como que ellos son los dueños de la hacienda y los demás sólo somos simples mozos y peones a su servicio. Como seguramente ya infirió, no soy ninguno de esos policías que salen en la tele apropiándose del trabajo de los compañeros (Arando vamos dijo la hormiga montada en el buey). Soy un policía de esos que mueren de hambre en la calle, pero aunque gracias a Dios no paso hambre; también tenemos nuestros sentimientos.
Creo que la mayoría de nosotros, y sí creo que somos la mayoría, nos levantamos cada mañana queriendo luchar contra las injusticias y crímenes que se cometen contra nuestro pueblo, contra nuestros vecinos, contra nuestros amigos, contra nuestras familias y muchas veces contra nosotros mismos individualmente. Aunque no lo crea, me parece que la mayoría de nosotros quisiera ver un día un país que nos respetara y tuviera la plena confianza de que su policía está allí para que ellos se sientan seguros y asistidos en cualquier necesidad. 
Desafortunadamente, la realidad es muy diferente, existen muchos malos policías entre nosotros los de abajo, pero cuando usted dice que no hay depuración interna, me parece que se equivoca. No hay depuración interna para la escala Ejecutiva y Superior, de Subinspector hacia arriba, pero a los de abajo, rara vez nos dejan pasar una. Ellos en sí son un grupo aparte. Casi impenetrable, que se protege entre sí. Si usted o alguno de sus colegas tuviera el tiempo para recopilar la cantidad de leyendas urbanas que cada policía de los de abajo tiene que contar sobre el accionar corrupto de sus jefes superiores no le alcanzaría una enciclopedia de diez tomos para publicarlo. 

Por eso difiero un poco en la forma en la que usted señala únicamente a mandos policiales simpatizantes de ARENA, porque espero que no crea que los simpatizantes del FMLN son los querubines de San Miguel Arcángel, que tampoco es mi santo.

Sinceramente, su libro me hizo llorar de tristeza, de impotencia, de decepción de saber todo lo que estos señores son capaces de hacer con su hambre de poder y dinero sin importarles lo que cada policía hace para satisfacer a la institución cuando ésta demanda ayuda. Quizá hubiese sido mejor no saberlo, como cuando la mujer se lo baja a uno, pero ahora ya es tarde, tenía curiosidad.
En este trabajo quizá es lo mejor no saber, porque el que más sabe corre más peligro. Es risible que dentro de un cuerpo de seguridad, nosotros los de abajo nos sintamos más inseguros que nadie. Del marero que se dará cuenta en el vecindario en qué trabajamos y buscará la forma de hacer números dentro de la pandilla, ya sea con nosotros o nuestras familias. Del compañero que por quedar bien con el jefe, le va a contar sobre nuestra opinión con respecto a su proceder. Del jefe que va a buscar la forma de hacernos entender por las buenas o por las malas, que no debemos refutar ni oponernos a su opinión o a sus procedimientos. Es como caminar solo y desarmado en la selva llena de animales carnívoros.

En conclusión, primero, no me parece que se refiera a la policía como un todo, porque aunque sí hay policías corruptos en las galeras donde descansamos, los peces gordos no están dentro de la mayoría, y a la par de sus chanchullos, los de los policías de la calle parecen travesuras de bichitos que igual no deben dejarse pasar. Segundo, no se vale que pretenda hacer ver como que sólo los militares son los puercos corruptos, porque los que suponían el cambio para nosotros creo que a veces han superado a sus maestros.

Finalmente, y luego de haberme desahogado, ojalá haya una secuela y no nos pierda de vista, siempre esté con el lápiz en el renglón.