jueves, 26 de abril de 2012

Legalización vs. Infiltración

De una vez y desde el principio: hacer de la legalización del consumo y portación de marihuana el centro de la discusión sobre la lucha antinarcotráfico en Mesoamérica es un absurdo. Es banal.

Que el asunto de la legalización se haya tornado sexy en la previa y el epílogo de la VI Cumbre de las Américas en Cartagena se debe, básicamente, al desafío verbal hecho por Otto Pérez Molina a Washington, que permitió a otros mandatarios expresar su desacuerdo con el enfoque estadounidense -represión al tráfico internacional y poca atención al consumo interno- y, a la postre, terminó enviando una señal inequívoca de que en este y otros temas el perfil de las discusiones no se define solo en la capital de los Estados Unidos. Pero, otra vez, eso no deja de ser retórica. Al menos por ahora.

Algunos datos y opiniones para ilustrar por qué este asunto de la marihuana termina siendo, en términos prácticos, una pérdida de tiempo:

Una idea de los pro-legalización es que despenalizar la venta y consumo de marihuana en Estados Unidos disminuirá la demanda en el mayor de los mercados del mundo y, con ello, se afectaría la rentabilidad de la cadena de suministro y por tanto se quitaría rentabilidad al intermediario, en este caso, a los narcotraficantes. Una sola cifra parece dar al traste con esa lógica, al menos en Centroamérica: según el mismo comando sur de la armada estadounidense entre el 80% y el 90% de la coca que se consume en el norte pasa por el istmo. Ese es el negocio, no la marihuana. En un reciente panel sobre el tema organizado en Washington por el Diálogo Interamericano escuché que buena parte de la marihuana que se consume en Estados Unidos se planta en suelo norteamericano; ese mercado, entonces, no necesita del intermediario, del traficante, ni de sus cómplices institucionales en el aparato público.

En esa discusión del Diálogo, el especialista Alejandro Hope, planteaba otras dos razones para relativizar el tema de la legalización de la marihuana: en Centro América el de la droga es un problema de violencia y crimen, no de salud pública, y es un problema relacionado a la cocaína, no a la marihuana.

Para ilustrar la segunda idea de Hope basta acudir al caso de las organizaciones de narcotraficantes en El Salvador. El Cartel de Texis o Los Perrones (versiones 1 y 2) basan toda la rentabilidad actual, y su operación, en el trasiego de cocaína. Fueron 6 kilos de coca los que la PNC de El Salvador incautó a Texis a finales de 2011 y fueron 250 kilos los que autoridades costarricenses incautaron a un salvadoreño que, según la misma inteligencia tica, tiene relación con narcos y operadores de San Salvador. En pocas palabras, lo que pudre policías, abre fronteras, alienta sub contratos entre narcos y pandilleros, lo que hipoteca la capacidad operativa de los estados nacionales para desarmar al crimen organizado y al narcotráfico es la impunidad alimentada con las enormes ganancias que les deja el tráfico de cocaína, una droga a la que muy pocos analistas meten por ahora en las discusiones sobre legalización (hay quienes sí hablan de despenalizar el consumo y producción de la hoja de coca, que no es lo mismo que la cocaína).

La ONU también ha sacado algunas conclusiones respecto a la relación del crimen organizado y el narcotráfico con el problema más urgente en el triángulo norte de Centroamérica: el de los asesinatos. Una de las hipótesis planteadas por la Oficina anti Crimen Organizado de Naciones Unidas en el estudio global sobre homicidios 2011 es que las provincias, departamentos o estados de México y Centroamérica con mayores índices de homicidios están en las rutas tradicionales del tráfico de cocaína.

Mapas publicados en el estudio de UNODC (página 51) sobre los que se construye la tesis sobre la relación entre los índices de homicidios y las rutas del narcotráfico.
                       
En el caso de Centroamérica, y en particular en el de El Salvador, aún queda pendiente una explicación convincente sobre la relación entre crimen organizado e índices de homicidios. En el triángulo norte el tema de las pandillas ha introducido un elemento distorsionador en ese análisis, motivado casi siempre por razones políticas, pero también por lo conveniente que resulta para el crimen organizado contar con un chivo expiatorio público y visible.

Al final del día, el tema de la legalización de la marihuana -que se difumina sin remedio ya en el debate mediático- tuvo el mérito coyuntural de abrir un poco más esta discusión, lo cual a la postre podría permitir a Centroamérica, a lo que aún le queda de institucionalidad sana, a su periodismo, a su academia, a su sector privado, abordar los temas de verdad importantes: la corrupción y la infiltración del crimen organizado en las instituciones públicas. Más aún, este pretexto de la legalización puede dar alas a la discusión abierta de cómo rescatar de la podredumbre sin regreso a las fuerzas públicas, llámense ejércitos, policías, fiscalías, tribunales o partidos políticos.

Ayer, 26 de abril, la periodista guatemalteca Julie López lo dijo muy claro en un Foro sobre narcotráfico y crimen organizado en Centramérica organizado por el Senado de los Estados Unidos. "La discusión sobre la legalización no penetra el corazón de este problema, que es la corrupción, la penteración del crimen organizado en instituciones débiles".

Twitter: @HsilvAvalos

sábado, 14 de abril de 2012

ARCHIVERO. Infiltración del narco en 2008

twitter: @HsilvAvalos

El director de la Policía Nacional Civil de El Salvador, el general retirado Francisco Salinas, le acaba de confirmar a la prensa que la banda de narcotraficantes Los Perrones, investigada por autoridades salvadoreñas y estadounidenses desde 2006 en El Salvador, se ha empezado a reagrupar. "Por ahora no descartamos que existan algunos elementos que todavía quedaron sueltos, que a lo mejor quieran recomponerse", dice Salinas en una nota publicada el 14 de abril en La Prensa Gráfica.  Es importante saber que la Policía mantiene en la mira a esta banda, una que, según las informaciones más recientes de inteligencia, mantiene vivo el tráfico de cocaína desde Costa Rica hasta el corredor de la carretera Panamericana en el oriente salvadoreño.

Que esta banda se reagrupe, y que tenga la capacidad de seguir moviendo cargamentos grandes de coca o de manejar el mercado de bienes raíces para garantizar el lavado de sus activos, implica que el riesgo de infiltración en el Estado salvadoreño sigue vigente. Entre 2004 y 2008, como quedó demostrado en expedientes de la Fiscalía, la División Antinarcóticos de la PNC, la DEA y de varios tribunales del país, así como en varias series de investigaciones periodísticas, la infiltración de Los Perrones en la Policía fue, entre otras cosas, lo que permitió a estos narcos consolidar su negocio. Por eso es muy bueno que hoy la Policía mantenga en la mira a la banda.

Dejo aquí la versión en inglés de un artículo de opinión que escribí en La Prensa Gráfica el 7 de diciembre de 2008 sobre estos peligros (link a versión en español).


Mexico, closer to us.
The narco reinassance

Op-ed piece published in La Prensa Gráfica in December 2008.
In this piece I outlined two basic ideas: 1. The infiltration of organized crime in Salvadoran public offices, although widely exposed in the media, had been ignored or concealed by the authorities. 2. The official narrative had been that El Salvador was not to be considered a Mexico-like scenario in terms of narco penetration and operational capacity. Time and further investigations proved that thesis wrong.


I insist. These days our country is busy with the important tasks of digesting, analyzing and living with the political anxieties created by the electoral campaign. Meanwhile, the threat of narcotraffick lives in our backyard and El Salvador is not giving this phenomenon the analysis it deserves.
Today, aware of the importance of this subject, we publish the first chapter of a journalistic series about the infiltration of the narcos in El Salvador. Through a long investigation we have learned three things. One, the drug trafficking organizations that have Mexico on its knees, are actively present in our country. Two, the local crime networks, cartel’s subcontractors, have evolved due to a complex diversification of the business, a process we have followed by tracking the genesis of Los Perrones band. Three, Los Perrones is still operational, with a low profile, thanks in part to the institutional silence that surround these issues. It is like that: in El Salvador public officials and politicians, especially those directly involved with the local war on drugs, tend to be silent or, worse, they overlook their responsibilities.
Three weeks ago I traveled to Mexico to participate in a seminar on Journalism and narcotraffick. Fifteen journalists –a Salvadoran, a Colombian, a few Venezuelans and a large number of Mexicans– heard about the renaissance of the narcos in the region; furthermore, we were able to certify that institutional silence is a well spread practice in our countries.
“Governments are used to remaining silent, but if that takes place in Mexico and Central America, the drama of the narco will be a lot worst than it ever was in Colombia during the big Medellin an Cali cartels era. It is the worst threat to democratic stability in the region according to the U.N.”, Jineth Bidoya told us. Bidoya is a Colombian reporter that has covered the narco source for 20 years. Nowadays she works at El Tiempo newspaper.
I can still remember testimonies that Mexican colleagues offered at the seminar. They described themselves as overwhelmed by the horror the Cartels have brought to their country since President Felipe Calderon took office. The reporters are confused, sometimes even paralyzed by fear. Not just journalism, the whole Mexican society is near a catatonic stage in front of the brutal homicide figures attributed to the Cartels: 5,000 in 2008.
The worst mistake we could ever make in El Salvador would be to think that Mexico is still far away from us. Or Colombia. Or Guatemala, a country in which important parts of the territory are in the hands of the narcos thanks to the total failure of the state in its fight against crime. Here, in El Salvador, it is no secret that our own police drug enforcement unit is compromised: high ranked police officials and assistants to the Attorney General’s office have publicly recognized the lack of compromise to investigate the local narco networks. These networks, according to Government sources, have already infiltrated our political and justice systems.
In Mexico, Jineth Bidoya told us how Pablo Escobar Gavidia, the late Colombia drug lord, started his career: he was a lowlife thief and a tobacco and whisky smuggler who, step by step, made his way in the newly formed cocaine business, entered local politics, bought policemen and started an empire. Sounds familiar? Narcos in the National Assembly? Smugglers in Eastern El Salvador that became narcotraffickers? Police complicity? Salvadoran institutions must respond at once. Mexico is closer to us.





lunes, 9 de abril de 2012

PERRONES. El renacimiento de la banda de narcos salvadoreños


twitter: @HsilvAvalos

Los datos más recientes de cuerpos de inteligencia centroamericanos indican que uno de los socios juniors de Los nuevos Perrones acaba de adquirir tierras en una bahía salvadoreña a la que empiezan a llegar sumergibles colombianos con capacidad de transportar hasta 10 toneladas de cocaína. Hace poco, en Washington, el General Douglas Fraser, jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, reveló que la inteligencia militar estadounidense ha detectado el uso frecuente de estos aparatos en el corredor Pacífico de la droga. Las nuevas propiedades de la banda incluirían un importante centro de almacenaje en un isla del Golfo de Fonseca


Foto de la pista de cuarto de milla construida en San Miguel por Juan María Medrano.
Uno de los nuevos rostros de la banda Los Perrones fue socio de Medrano en el negocio de
autos rápidos que Los Perrones desarrollaron en San Miguel.

Los Perrones, la banda de narcotraficantes del Oriente salvadoreño que perfeccionó el lavado de dinero, la creación de fachadas comerciales para encubrir ganancias y logística, y que consolidó viejas rutas de contrabando en la primera avenida terrestre salvadoreña para la cocaína, perdió operatividad luego que sus principales líderes, Reynerio Flores Lazo y Juan María Medrano (aka Juan Colorado), fueron arrestados en 2008 y 2009 respectivamente. El fundador de la banda José Natividad Luna Pereira, alias Chepe Luna, sigue prófugo, al parecer en Honduras, donde se refugia desde 2006 cuando gracias a sus contactos de alto nivel en la PNC salvadoreña logró evadir un operativo internacional de captura (ver post del 24 de marzo: Operación Fracaso).

A finales del año pasado, la banda había vuelto a recuperar buena parte de su capacidad operativa y, hoy, según dos informes recientes de la inteligencia salvadoreña, la banda ha recuperado el contacto directo con uno de sus principales padrinos, el capo mexicano Joaquín Loera Guzmán, el Chapo.

La información indica que los furgones de Los Perrones han vuelto a mover importantes cantidades de coca desde Peñas Blancas, en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua; que los herederos de Chepe Luna, Reynerio y Juan Colorado han retomado la red de infiltración estatal en Honduras y El Salvador; y que uno de los socios más recientes de la banda ya ha hecho varios viajes de exploración para buscar inversiones en Cuba.

Los datos más recientes de cuerpos de inteligencia centroamericanos dan cuenta de que uno de los socios juniors de Los nuevos Perrones acaba de adquirir tierras en una bahía salvadoreña a la que empiezan a llegar sumergibles colombianos con capacidad de transportar hasta 10 toneladas de cocaína.

Algunas revelaciones extraídas de los informes y expedientes de investigación e inteligencia más recientes elaborados en El Salvador, Nicaragua y Costa Rica (se omiten a propósito nombres de los narcotraficantes, funcionarios públicos e inversionistas por ser estas investigaciones en curso):

  • Desde 2011, la banda ha retomado su centro neurálgico de operaciones en Pasaquina. Uno de sus nuevos líderes ha viajado por tierra desde esa ciudad unionense hacia Honduras y Nicaragua para reunirse con el Chapo Guzmán o sus agentes.

  • El 23 de noviembre de 2011, uno de los nuevos líderes de la banda y dos de sus lugartenientes viajaron a un pequeño pueblo del Atlántico hondureños a bordo de tres todoterrenos. En el poblado conocido como La Brea los tres salvadoreños tenían programado reunirse con el Chapo entre el 24 y el 27 de noviembre.

  • Poco antes de eso, el 11 de septiembre de 2011, autoridades de Costa Rica habían decomisado 140 kilos de cocaína en Peñas Blancas. La inteligencia de aquel país sospecha que la droga es de Los Perrones y sus socios, al igual que otros 290 kilos decomisados el 25 de marzo en la misma frontera entre Costa Rica y Nicaragua.
  • Chepe Luna ha rearmado su grupo hondureño y ha establecido nuevos contactos con salvadoreños para ampliar su red de lavado. Una casa de arquitectura moderna, ubicada en el Boulevard Morazán de Tegucigalpa, ha servido de centro de reuniones al grupo de Luna.
  • Uno de los lugartenientes de Luna se reunió a finales del año pasado en Roatán con uno de los nuevos socios salvadoreños, un empresario.
  • Un testaferro de la banda compró cerca de 70 manzanas en la bocana La Chepona, en la Bahía de Jiquilisco. Investigadores salvadoreños han informado sobre un submarino que ha recalado en el lugar para desembarcar droga. El testaferro también aparece en los registros como dueño de 17 gasolineras en El Salvador. Por la compra de los terrenos en La Chepona recibió 790,000 dólares y hace poco compró un yate. (Reporte de El Diario de Hoy sobre los últimos movimientos de Los Perrones)
  • Otro de los nuevos socios de la banda ha viajado cuatro veces a Cuba en busca de contactos y oportunidades de negocios.
  • En julio de 2010, dos gerentes de un banco privado de El Salvador ofrecieron préstamos personales a socios de Reynerio Flores.